lunes, 28 de diciembre de 2009

Mi alma marchita...


Ayer creí que por fin todo terminaba. A pesar de las innumerables ocasiones en que he intentado dar fin a mis problemas, creo que esta vez fue la más cerca en que he estado. El dolor físico por lo que hice, no tenía comparación alguna con el dolor que sentía mi corazón al escuchar una y otra vez palabras que preferiría haber cambiado por latigazos. Tengo claro que cuando sientes rabia dices cosas que quizás no tienen sentido alguno, pero debes ser algo responsable en la repercusión que todo eso puede traer a quien le haces daño.
Las heridas sanarán, evidentemente quedarán cicatrices, pero eso no importa, pero el ponerme a pensar en cada palabra que me dijo mi madre una y otra vez sin mostrar señal de arrepentimiento, eso si que duele... No sé si me arrepiento de lo que hice, al fin y al cabo las huellas quedarán en mi, me pueden decir que soy una cobarde, o que estoy loca, pero nadie puede entender la magnitud del dolor que sentía y siente, y sentirá mi corazón. Solo me arrepiento de algo, y es que haya estado presente mi hermana pequeña, que haya tenido que escuchar estupideces, verme hacer tonterías. Perdoname Pollito, eres lo que tengo y lo que más amo, intentaré no romper la promesa que me hiciste hacer hace un momento, esa herida no duele bebé, por más fea que sea, duele el haberte fallado otra vez...

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